Ya está aquí la semana febril para todos los equipos grandes
de Europa, síntoma comúnmente conocido como “Virus FIFA”. Y el periodismo, está
de enhorabuena. Por fin jugadores del Barcelona y Real Madrid tienen libertad
para hablar casi diariamente con la prensa. Cosa que los juntaletras agradecen
y que quizás tengan en cuenta para alabar al combinado español, extrapolando un
poco.
Todo esto bajo supervisión de Míster Danacol que hasta parece que les da
vía libre para atacar a su propio club (especialmente si viste de blanco,
empieza por Real y acaba por Madrid). Algunos de los madridistas
internacionales con España suelen afrontar estas convocatorias con cierto
fervor: están en casa, con sus ‘amigos’ del Barça y con la canallesca que le
apoya en sus diversos periódicos detonando casi diariamente fragores contra
cierto entrenador que, señores, lo está volviendo a hacer: está metiendo al
Real Madrid en la cúspide del fútbol mundial, a pesar de dos elementos
superfluos que parece que con un disfraz de pseudomadridismo quieren
reconvertir ésta primavera blanca, éste oasis de optimismo hasta el álgido
pasado como los últimos meses del 2012, como ésas noches de lluvias
torrenciales en Andalucía en las que el Madrid no supo encontrar cobijo y se
constipó, pero en cambio, emergieron dos flores, dos sonrisas, dos yernos de
España: Iker Casillas y Sergio Ramos que contemplaban el percal con aires de
satisfacción. Y es que, a lo que a priori llamábamos flores, acabaron siendo
mala hierba a partir de 2013.
Y ya saben que mala hierba nunca muere. O sí.
Desde Navalacruz hasta Camas, dos
exbanderas del madridismo convertidas ahora en pequeños topos, han ido sacando
el mínimo detalle, la mínima palabra del vestuario para irlas contando por las
redacciones de MARCA y AS, los que parecen que son sus hábitats naturales y
donde se mueven como pez en el agua. Son dos animales trastornados, quizás algo
confusos con el ambiente que respiran, que aprovechan cualquier noticia para ir
desmoronando pieza por pieza el proceso de unificación que se ha ido
construyendo en el Madrid estos últimos 3 meses.
Sergio Ramos ha sido el último en
disparar, sacando su hipocresía a pasear, criticando a todo ser viviente que
tenga algo que ver con el Madrid. No faltaban los palos a su entrenador, al que
previamente señaló mediante una indirecta hace unos meses diciendo que “no es
su estilo señalar a nadie”. Ya lo ven, una bala de cianuro directa al pecho de
José Mourinho que ya iba vacunado gracias a los antecedentes que por cierto,
también estaban protagonizados por estos dos. Ayer lo volvió a hacer, volvió a
señalar –esta vez directamente- a su entrenador alegando que “no me gustaron
sus palabras después del partido de Old Trafford.”
Lo que tendría que hacer
este tipo que, para desgracia nuestra, es el segundo capitán del equipo, es
agradecer a Mourinho no haber sido señalado por él después de que casi nos
costara la eliminatoria contra el Manchester por culpa de un pésimo marcaje
sobre Welbeck y un gol en propia puerta en la vuelta. Ya sabemos que la lucidez
de Sergio Ramos brilla por su ausencia, pero traiciones en el Real Madrid no se
pueden tolerar. Y a Florentino se le está yendo de las manos.
La lúgubre etiqueta de ‘topo’
empieza a cernirse sobre Ramos. Mala noticia para nosotros, que ya conocíamos su
antipatía por Mou y que se suma a Iker Casillas, personaje totalmente
desenmascarado. Ahora tan solo podemos esperar a que Florentino decida. Ante sí
tiene dos caminos que elegir en la que se esconden dos destinos: el primero es
dar un último empujón al club para subir a la cima de la montaña y tocar el
cielo, echando la basura de Chamartín. O por el contrario, tirarse al vacío sin
paracaídas por un acantilado con el Real Madrid de rehén, que es el segundo
camino. Esto comportaría la marcha de Mourinho y otorgarle la llave del
vestuario a Iker y Sergio. Y volver a quedar presos del bienqueda y los
amiguismos. Y la prensa volverá a ser nuestro dueño, nuestro verdugo. Entonces
será demasiado tarde, la meritocracia y todo lo que eso conlleva sonará a
utopía. Una pena.
@CarlosRojasRuiz
Totalmente de acuerdo.
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