Nací en el Levante español, concretamente en Gandía, dónde crecí entre acérrimos valencianistas y fanáticos del Barça (por aquello del país català). Ser del Real Madrid en la costa, sin ser verano, no es tarea fácil. Desde muy pequeño, lo que debería ser algo normal como llevar tu mochila o el estuche de los lápices de colores con el escudo de tu equipo, se convertía en una rareza sin mucha explicación. Empiezas a ser el bicho raro de tu clase y a defender a tu equipo sin parangones (cosa no muy lógica cuando el Real Madrid, en épocas de mi niñez, ganaba ligas y se presentaba en finales de Champions League como si nada).
Nunca he dejado de creer en ellos. No puedo dejar de luchar por ellos. Cada día, debido al incesante y a veces problemático cambio de información vía internet, tengo que salir a defender a mi club. Al club que cada verano me regala noches de insomnio por creer que este año sí. No hay quien pueda pagar eso, y aunque lo hiciera, no sentiría lo mismo.
Da igual que día caiga, da igual que tenga que hacer, da igual el examen del día siguiente o los deseos de mi novia: si el Real Madrid juega, es que juega el Real Madrid. No sé si me explico. Lo repetiré: si el Real Madrid juega, es que juega el Real Madrid.
Reconozco que durante mis 25 años de vida, ha habido épocas en donde más valía echarte una siesta que ver a algún desalmado vistiendo la camiseta de mi equipo y haciéndome pasar vergüenza, pero desde hace 3 años que no me siento así nunca. Hay noches en las que me despierto de sopetón porque yo he empujado a la red un centro de Cristiano. No es para reírse, ellos consiguen que les dedique mis sueños y encima triunfe a su lado. Mi esperanza va ligada a su desdicha.
Casualidad de la vida, hace justo 3 años, llego un tal José Mourinho. Se ha dicho de todo sobre él, así que no me extenderé mucho. No recuerdo la época en que me ilusionaba tanto por ver a mi equipo. No recuerdo la época en la que lo defendía tanto y con tanta agresividad. Dejas de ser impasible y bonachón, y por qué no decirlo, un poco sobradito, para ser un hincha del Real Madrid. Este señor ha conseguido que lo siga, pero no personalmente, sino como símbolo del madridismo. No ocultaré mi desagrado con ciertas actitudes y acciones que tiene en público, pero me tapa la boca cada sábado con cada partido. Soy él desde mi sofá viendo a mi Real Madrid. Soy él cada vez que se enfrenta a la prensa. Soy él cada vez que se queja del árbitro. Soy él cada vez que dice alguien de su equipo es top. Soy él desde que se vistió con el jersey del Real Madrid y todavía no se ha quitado.
Mi equipo, el Real Madrid, sobrevive a quién sea. El Real Madrid durará y perdurará. Siempre le cogeré de la mano cuando más lo necesite, pero si está en nuestras manos, no destruyamos la ilusión que este señor nos ha creado a todos. La conversión de aficionado a hincha del Real Madrid es su culpa. Ese ha sido su señorío. Eso ha provocado él. Eso voy a defender yo. Eso es en lo que quiero convertirme. Eso es defender el Real Madrid. Eso es lo que nos merecemos.
Hala Madrid!
@lukamoi
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